A Vanesa con todo mi amor
COMO CADA DÍA
Desde la solitud de una fría habitación miro a través de los cristales empañados por mi aliento la llegada de mi amada. Ella no se da cuenta que la estoy observando desde la ventana. Baja del coche natural, tal y como ella es, sin tener que aparentar nada. Saca a los chicos de sus sillitas, carga a la más pequeña en brazos y mira hacia la casa buscando mi ayuda. Sus cabellos se mueven con la brisa atravesándosele en la cara. Con un movimiento sutil de su cabeza, logra quitárselos de en medio pero queda con la mirada atrapada en un árbol. Su quietud, una ardilla que descansa sobre una rama; ambos se observan esperando la reacción del otro. Después, sin hacer ruido, indica a los chicos que miren al animalito, aunque esté apenas se deja ver asustado con los gritos de emoción de nuestra pequeña hija.
El maletero continúa abierto con la compra esperando ser descargada. Pero no soy capaz de moverme mirando aquellos trozos de mi corazón que se divierten en el jardín. Arrancan flores cuidadosamente, las huelen y se las reparten en forma de trueque. Ella levanta otra vez la mirada y me ubica en la ventana de la habitación sonriente. Me pone cara para que baje a ayudarla, pero se da cuenta que estoy disfrutando del momento y se contenta con mi alegría. Aquella mirada tan dulce y expresiva que me enamoró hace tanto tiempo y que perdura intacto dentro de mí.
Al final me dan ganas de abrazarlos y bajo las escaleras a toda prisa. Me los encuentro en el porche. El más grande corre a mis brazos seguido por la pequeña que aún avanza con pasos atropellados. -¡Papá!- grita efusivamente saltando encima de mí, la pequeña le copia. Nos fundimos en un abrazo y les pregunto cómo les fue en el cole, aunque por dentro muero por besar los labios de mi mujer que espera de pie junto a nosotros. –muy bien, hoy no me pelee con nadie, ehh papá- responde el grande. La niña solo contesta-Sí- a mis preguntas.
Finalmente, los pequeños corren dentro mientras envuelvo a mi mujer en brazos y la beso con cariño diciéndole.
-Feliz día amor- ella me mira confusa, calculando los días y pensando en alguna fecha importante entre nosotros, después responde.
-¿Perdón?, ¿me estoy olvidando de algo?
-No- respondo sonriente- Cada día te lo debería decir y no lo hago. Hoy cumplimos un día más que estamos enamorados…
¡Precioso! simplemente precioso y profundo. Ojalá muchos pudieramos poner en palabras esas emociones que experimentamos y que solo unos pocos pueden y saben expresar en palabras.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Vane, la verdad que mi musa inspira a esto y mucho más.
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