Anécdotas
de una Piara
Las
primeras hojas ámbar caían danzando con la fresca brisa otoñal. Un otoño
aletargado por un cambio climático inminente. Algunas urracas madrugadoras
jugueteaban entre las ramas, bajaban a la gramilla y después de quitarse las pulgas
a picotazos de las alas, volvían a remontar vuelo para posarse nuevamente en el
árbol. Ella despertó con el trinar de las urracas y caminó por el parquet en
calcetines para no hacer ruido. Desde la cocina podía escuchar el leve ronquido
que producían sus hijos y más grave y acentuado, el de su marido.
La
mesa estaba dispuesta para el desayuno, un tazón vacio para el café con leche y
un vaso junto a dos naranjas sin exprimir. Una cestita de mimbre con el pan y
el resto de menesteres en la nevera. Sin saberlo, se había anticipado al
cortejo que le tenía preparado su marido con una nota que ponía feliz
cumpleaños en letras grandes y coloreadas por los peques. Sonrió tiernamente al
mirar la fotografía que acompañaba al sobre y la besó suavemente para no estropearla.
Exprimió
las naranjas, bebió el zumo y se enfundo con una maya que le iba pegada al
cuerpo, una sudadera con capucha y se calzó las zapatillas de correr.
Al
salir, le llamó la atención la solitud absoluta de la calle. Aún faltaba para
que clarease. A la distancia percibía alguna que otra figura borrosa. Las
aceras estaban humedecidas por el rocío, al igual que los coches, de donde
chorreaban gotas condensadas por los parabrisas. Caminó doscientos metros a
paso rápido para que la musculación entrase en calor y después empezó con un
trote lento y persistente hasta que cogió el ritmo. El trayecto atravesaba el
ala sur de la pequeña ciudad. Bordeando la carretera principal, se llegaba a la
montaña en donde nacía un parque natural protegido. Ella no entraba, seguía por
la orilla de la ciudad. –Hasta que no coja estado no lo haré- decía a sus
adentros mirando los senderos empinados que se perdían en la frondosa
vegetación.
De regreso a
casa, tomó el mismo camino por el que había ido, haciendo la salvedad por unos
trescientos metros de atajo a campo traviesa. Llegó hasta unos carteles
publicitarios que miraban hacia la carretera, rodeados por un denso matorral que a ella llegaba a tapar. Mientras
lo atravesaba, escuchó pasos veloces que se le aproximaban vertiginosamente. Por
la fuerte sacudida de los pastizales, daba la impresión que saldría un tractor
de allí dentro. Cuando logró alcanzar la acera vio asomar una cabeza muy
grande, peluda, con dos colmillos que le salían de la boca. El animal le miraba
extrañado mientras emitía un sonido horrible al tiempo que masticaba bellotas.
Detrás del ejemplar macho, salió toda la familia para constatar la causa del
repentino detenimiento del jefe de la piara. La mujer, estupefacta, permanecía inmóvil
hasta que su presencia se hizo conocida y la piara decidió continuar su camino.
Al llegar a casa, su familia se
encontraba levantada, esperándole para darle las felicitaciones por su día. Sus
dos hijos corrieron a besarla y desearle feliz cumpleaños seguido por su marido
que le tendió una flor.
Pero ella permanecía con la mente
puesta en los animales. Bebió agua, al sentir la boca pastosa y le relató lo
ocurrido. Los niños rieron contagiados de la risa del padre.
-¡Jabalíes!, ¿y comiendo
bellotas al costado de la carretera?- dijo el marido burlonamente, después
mirando a los niños prosiguió- habrán sido perros, cariño…
-Me tomas por tonta. Crees
que no puedo distinguir un jabalí de un perro.
-No te enfades cariño,
sabes que bromeamos, ¿verdad chicos?– los niños asintieron aún riendo con el
padre. Pero al día siguiente, le tocó a él llevar los hijos al cole, pasando
justamente por donde su mujer dijo que avistó los jabalíes y tuvo la mala
suerte de estrellarse contra uno de ellos cuando salía disparado de los altos
pastizales.
-Desde aquel día, los jabalíes
forman parte de nuestros anécdotas…
jolín nene...eso pasa por no escuchar a las mujeres..muchos hombre deberían aprender la lección..jeje.
ResponderEliminarMuy buen final..Besos! Flor
Bueno...es lo que pasa...
ResponderEliminarGracias, un beso
Buenas,
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